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Los vivos y los muertos

¿Cómo puede el pasado familiar condicionar a un presente, que ya no está a su alcance? ¿Será la nostalgia, más que una añoranza, un instinto por darle fin a un pasado no resuelto?

En Los vivos y los muertos, Manuel Contreras se enfrenta a estas preguntas y emprende la búsqueda de su hermano desconocido para esclarecer la figura de su padre, quien murió cuando él era niño, y así entender su propia identidad.

Los vivos y los muertos, desde la profunda intimidad de cada una de sus escenas, logra el cometido de adentrarse en los rincones más ocultos de la vida familiar de los espectadores. Y ya sea por similitudes mínimas o por ver su situación representada casi al pie de la letra, cuestiona lo que se ha entendido como normal en el ámbito privado, y genera espacios para pensar, conversar y entender su identidad.

Y es que en Colombia la familia se entiende como una institución sagrada, intrínsecamente inquebrantable, y en la que la posibilidad de que hijos, hijas, madres y padres discutan abiertamente y cuestionen sus dinámicas internas es casi nula. Esa es la posibilidad que Manuel construye en Los vivos y los muertos, para él mismo y para su audiencia.

“La cuestión con los problemas familiares es que, como siempre han estado ahí, se tienden a dejar de lado. No hay un detenimiento para pensar de dónde vienen, o a qué responden estos comportamientos. Solo se asume que así es la vida”, reflexiona Contreras, consciente del espacio único que generó en su largometraje.

En Los vivos y los muertos, el público puede acompañar a los hermanos Contreras en la búsqueda de Germán, su medio hermano, a quien nunca habían podido conocer.

Pero el título de la película es clave, pues, aunque el hilo conductor es la búsqueda de Germán, el verdadero reencuentro de Manuel, el director no solamente se da con sus tres hermanos, sino también con sus padres, ambos ya fallecidos, y, claro está, con él mismo.

La película no acaba al encontrar a su hermano, sino que continúa como un diario de la vida del director, en el que busca sanar su constante pugna interna con el concepto de la paternidad, fruto de los problemas en su familia.

Cabe resaltar que la familia ha sido uno de los temas más presentes en el cine documental colombiano. Un catálogo tan amplio de películas como ‘Dopamina’, de Natalia Imery; ‘Las razones del lobo’, de Marta Hincapié Uribe; ‘Amanecer’, de Carmen Torres, ‘Carta a una sombra’ y ‘The Smiling Lombana’ de Daniela Abad y Miguel Salazar; y ‘Como el cielo después de llover’ de Mercedes Gaviria, es una muestra clara de que, para los realizadores colombianos, la narración de lo privado es casi un instinto en la búsqueda de una identidad y el entendimiento de la sociedad.

Se trata, en el caso específico del cine nacional, de un cine íntimo, en primera persona, en el que el público tiene la posibilidad de ponerse en los zapatos del director, que está detrás de cámara, y de acompañarlo en su búsqueda por redescubrir y encontrarse cara a cara con su identidad, y Los vivos y los muertos es un claro exponente de esta tendencia.

Sobre el propósito de la película, el director declaró: “El primer resultado es individual y familiar, pero luego mi trabajo como documentalista es llegar a lo global. Creo que todas las familias tienen secretos, y ya se acostumbraron a vivir con ellos. Mi intención es que eso se desnaturalice. Muchas personas ya me han dicho ‘en mi familia pasó algo similar y nunca se habla al respecto’. Creo que eso es un buen primer paso”.

“Tuve la oportunidad de conocer y entender a mis padres de una forma en que no lo había hecho antes, y eso cambió mucho mi percepción. Mi padre murió en un contexto en el que dejó muchos rencores sin resolver, pero después de hacer el documental pudimos darle mucha más humanidad, ya no lo definimos simplemente por lo que hizo, sino también por todo lo que era”, declara el realizador, reconociendo a la vez que en el reencuentro con el pasado de su familia pudo resolver su presente como individuo.

Los vivos y los muertos tendrá su estreno nacional el jueves 20 de junio, a las 6:30 p.m., en el Museo de Arte Moderno de Medellín, en una función en donde estará presente el equipo realizador para llevar a cabo un conversatorio.

También habrá una función especial con el equipo realizador en la Cinemateca de Bogotá, el sábado 22 de junio a las 7:00 p.m. Luego, la película tendrá más funciones en Bogotá, Medellín, Cali y Manizales.

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