El próximo año marcará un punto de quiebre para las organizaciones frente a ataques autónomos, cadenas de suministro comprometidas por agentes de IA y una acelerada consolidación del cibercrimen geopolítico. Así lo define Lumu Technologies, la empresa de ciberseguridad pionera en el modelo de Continuous Compromise Assessment.
De acuerdo con la compañía, la industria entrará de lleno en un panorama post-malware donde la correlación de señales y la validación continua serán esenciales para sobrevivir.
“El ritmo de la transformación digital en ciberseguridad siempre ha sido rápido, pero la adopción y el desarrollo de tecnología impulsada por IA están avanzando drásticamente, lo que significa que la base de la seguridad tradicional debe reinventarse por completo. El año 2026 marca un momento crucial: el fin del modelo de seguridad centrado en los endpoints y un mayor cambio hacia una mentalidad innegociable de ‘asumir compromiso’”, afirma Ricardo Villadiego, fundador y CEO de Lumu Technologies.
1. Ataques autónomos impulsados por IA: el surgimiento del ‘Predator Swarm’: los cibercriminales adoptarán agentes autónomos de IA capaces de ejecutar miles de acciones simultáneas para comprometer las redes de sus víctimas: desde generar 10.000 correos de phishing personalizados por segundo, crear exploits de día cero en tiempo real, hasta desplegar ransomware en miles de dispositivos en menos de un minuto. Este nuevo paradigma, denominado ‘Predator Swarm’, combinará automatización, ingeniería social con deepfakes y explotación masiva de puntos ciegos en la red, todo sin intervención humana.
2. Panorama post-malware: técnicas de Living-Off-the-Land: la mayoría de las intrusiones en 2026 ya no utilizarán malware tradicional. En su lugar, los atacantes incrementarán exponencialmente el abuso de relaciones de confianza y el uso de herramientas legítimas de los sistemas operativos como PowerShell, WMI, Python o soluciones de acceso remoto (RMM, Remote Management and Monitoring), combinadas con cadenas de comandos generadas por IA para ejecutar actividades maliciosas sin ser detectados. También recurrirán al cifrado abusivo y al polimorfismo impulsado por IA (modificación constante de código para evitar detección) y usarán frameworks de comando y control basados en IA (AI-C2), que se adaptan dinámicamente al entorno. Además, modelos de lenguaje de IA (LLMs) entrenados con datos corporativos permitirán que los bots atacantes ajusten su comportamiento según la víctima.

3. La nueva ‘Truth Layer’: correlación entre red, identidad y metadatos: Con la desaparición del malware clásico y el auge de técnicas de “Living-Off-the-Land”, las soluciones tradicionales de seguridad en endpoints (EDR, Endpoint Detection and Response) ya no serán suficientes. La ilusión de contar con dispositivos “limpios” e identidades “seguras” será cada vez menos. En este contexto, asumir que ya hay un compromiso activo será más importante que nunca. La única forma de identificar comportamientos maliciosos será mediante la correlación de comportamientos de red, patrones de identidad y metadatos, que juntos conforman la nueva ‘Truth Layer’ o capa de verdad, capaz de analizar el contexto e inferir intención maliciosa, aunque a simple vista la actividad de red parezca legítima al ser analizada por separado.
4. Agentes de IA asumen las operaciones rutinarias de seguridad con humanos “On the Loop”: el SOC (Security Operations Center, centro de operaciones de seguridad) tal como lo conocemos empezará a desaparecer. Los agentes de IA serán los encargados de clasificar alertas, correlacionar señales y ejecutar respuestas más rápido y preciso que los analistas humanos. Las organizaciones migrarán hacia operaciones autónomas, distribuidas y orientadas a resultados, donde la supervisión humana se centrará en validar, monitorear y ajustar las acciones de los agentes de IA, en lugar de ejecutar cada tarea manualmente.
“En este nuevo modelo, el papel humano cambiará de funciones operativas (In the Loop) a funciones de supervisión y definición de estrategias (On the Loop), donde las personas monitorean, validan y ajustan la actuación de los agentes de IA en lugar de ejecutar cada tarea manualmente”, explica Villadiego.
5. El ecosistema MCP: la próxima frontera de los compromisos en la cadena de suministro: El ecosistema Model-Context-Protocol (MCP), que integra clientes, conectores, parsers y capas de orquestación, se convertirá en un objetivo clave para ataques sofisticados a la cadena de suministro. En lugar de atacar una sola organización, los atacantes buscarán explotar vulnerabilidades dentro de este ecosistema compartido, comprometiendo múltiples empresas al mismo tiempo. Un ejemplo es el “Connector Supply-Chain Compromise”, donde un único componente puede infectar todos los modelos y aplicaciones que dependen de él, multiplicando exponencialmente el impacto del ataque.
6. La guerra del mercado del ransomware y la aparición del G-RaaS: El ecosistema de ransomware se consolidará en una guerra de mercado, donde bandas o grupos poderosos competirán por afiliados y víctimas de alto valor, ofrecerán plataformas de interacción con sus afiliados y víctimas, le darán foco a mantener la reputación de su “marca” y desarrollarán nuevas estrategias de extorsión multivector. Esta dinámica también tendrá un componente geopolítico: algunas plataformas podrían alinearse con intereses estatales bajo presión de reguladores o sanciones. Así surgirán los ecosistemas de Geopolitical-RaaS (G-RaaS, Ransomware como Servicio Geopolítico), en los que los ataques persiguen lucro económico y objetivos nacionales, difuminando la línea entre cibercrimen y guerra digital asimétrica.
7. ‘OAuth Worm’: una nueva amenaza para empresas nativas SaaS: los atacantes empezarán a usar la red de autorizaciones confiables entre aplicaciones en la nube para lanzar “SaaS-to-SaaS OAuth Worms”, que pueden moverse entre Microsoft 365, Google Workspace, Slack y Salesforce. Este tipo de ataque elude todas las defensas tradicionales, ya que no necesita contraseñas robadas ni notificaciones de autenticación multifactor (MFA). Basta con engañar a un usuario para otorgar permisos amplios a una “helper app” maliciosa, que luego puede leer contactos, replicarse y exfiltrar datos a gran escala. Con la creciente conciencia de que la superficie de ataque incluye no solo usuarios y dispositivos, sino también la interacción entre aplicaciones, la “Consent Governance” (gobernanza del consentimiento) se volverá una categoría de seguridad obligatoria y un rubro innegociable dentro del presupuesto corporativo.
“Ya no debatimos si ocurrirá una intrusión, sino que operamos bajo la dura verdad de que ya ha ocurrido. Ya no se pueden construir defensas para reaccionar a ataques, pero todo el sistema debe diseñarse para proporcionar resiliencia y respuestas eficientes cuando los ataques inevitablemente ocurran”, concluye el fundador y CEO de Lumu Technologies.