Una investigación de Kaspersky muestra que, más allá del daño técnico, los ciberataques exponen fallas internas, debilitan alianzas estratégicas y comprometen la continuidad del negocio.
Tras un ciberataque, algunas organizaciones se enfocan en mitigar las consecuencias operativas, pero suelen dejar de lado otro costo silencioso que puede extenderse durante meses o incluso años después del incidente: el daño a su reputación.
Aunque al principio pueda parecer intangible, esta afectación suele traducirse en desconfianza por parte del mercado y en dudas sobre la capacidad de la empresa para operar con seguridad, incluso mucho después de haber restaurado sus sistemas, operaciones e información sensible.
Un ciberataque revela cómo una organización protege su información crítica, la solidez de su infraestructura, la continuidad de sus operaciones y el nivel de seguridad que ofrece a clientes, consumidores, socios e inversionistas.
Por ello, cuando una empresa sufre una brecha de seguridad, no solo se evalúa el incidente en sí, sino también su capacidad de respuesta. Y es precisamente en ese proceso donde, muchas veces, salen a la luz las verdaderas vulnerabilidades.
Por ejemplo, de acuerdo con la investigación, el 36% de las brechas de seguridad en las empresas del país tienen su origen en amenazas internas y prácticas cotidianas de los colaboradores que, sin saberlo abren la puerta a los ataques.
Las acciones más frecuentes incluyen la descarga de programas maliciosos, el acceso a sitios web no seguros y la respuesta a intentos de phishing. Estos errores, lejos de ser casos aislados, suelen interpretarse hacia el exterior como señales de una empresa que no invierte en capacitación de su personal ni en protocolos sólidos de ciberseguridad, lo que debilita su credibilidad.
Una vez comprometida la credibilidad, las consecuencias se materializan rápidamente en decisiones externas que afectan la continuidad del negocio.
Los hallazgos revelan que el 18% de las empresas afectadas por incidentes de ciberseguridad en Colombia han perdido la confianza de sus clientes, mientras que otras han enfrentado el retiro de inversionistas (18%) y afectaciones económicas más amplias, como la cancelación de pedidos de sus productos o servicios, la caída en el valor de sus acciones o la ruptura de alianzas con clientes clave (9%).
La buena noticia es que, aunque el daño reputacional tras un ciberataque puede ser profundo, no es irreversible. Las organizaciones que adoptan una postura proactiva, invierten en cultura de ciberseguridad y responden con transparencia ante este tipo de incidentes pueden recuperar la confianza del mercado y fortalecerla para enfrentar retos futuros.
“Hoy, la ciberseguridad ya no es solo una tarea del área de tecnología: es una pieza clave de la estrategia del negocio. Su impacto se extiende más allá del ámbito tecnológico: incide directamente en la continuidad del negocio, la competitividad y la confianza del mercado. Las organizaciones que adoptan un enfoque proactivo en materia de seguridad digital no solo reducen su exposición al riesgo, sino que también generan ventajas sostenibles. Esto implica integrar la ciberseguridad desde el diseño, alinear su gestión con los objetivos corporativos y entender que, en un entorno de amenazas permanentes, la resiliencia digital es una ventaja competitiva, no un lujo”, concluye Daniela Álvarez de Lugo, Gerente General para la región Norte de Latinoamérica en Kaspersky.
Para reducir el impacto reputacional de un ciberataque, Kaspersky comparte con las empresas algunas medidas clave:
- Prevenir es mejor que remediar. Adopte una estrategia de ciberseguridad preventiva que le permita identificar, responder y neutralizar a los ataques a las primeras etapas (con tecnologías como EDR, XDR o MDR).
- Capacitar continuamente a los empleados de todos los niveles. Implementar herramientas y programas de concientización sobre riesgos digitales, como ingeniería social o phishing, y buenas prácticas reduce significativamente la exposición a errores humanos.
- Aprender del incidente e invertir en inteligencia de amenazas. Monitorear riesgos emergentes y analizar lo ocurrido permite anticiparse a los ataques y fortalecer la estrategia de defensa antes de que sea tarde.
- Diseñar un plan de respuesta ante incidentes. Contar con un protocolo claro permite actuar con agilidad, contener el daño, minimizar el tiempo de inactividad, comunicar con asertividad a los públicos clave y evitar respuestas improvisadas que agraven el daño.
- Gestionar la comunicación con transparencia. Ante un incidente, informar de manera clara y oportuna a clientes, aliados, autoridades y medios de comunicación, es esencial para contener el impacto reputacional.