La Generación Z está transformando las reglas del juego en el mundo laboral.
Conformada por jóvenes nacidos entre 1995 y 2010, ahora son la fuerza laboral del mundo. Están entre los 15 y los 30 años y están representando un giro histórico en los valores, prioridades y demandas del mercado laboral.
Así lo explica Claudia Chianese, investigadora y profesora de EAE Business School, quien ha dedicado más de una década a formar a estudiantes de esta generación en áreas como Administración y Marketing.
«Los Gen Z valoran la autenticidad, el propósito y el impacto», afirma la experta de EAE Business School. «Buscan entornos inclusivos donde la flexibilidad, el aprendizaje continuo y el reconocimiento sean una constante, tanto a nivel personal como profesional».
Pragmatismo, liderazgo humano y bienestar personal
A diferencia de los Millennials, con quienes muchas veces se les compara, la Generación Z se caracteriza por una visión más pragmática del trabajo. Son nativos digitales y exigentes como usuarios, pero también buscan empresas que practiquen lo que predican.
Hay en ellos una necesidad de tener un aprendizaje en sus lugares de trabajo, en donde sus líderes sean verdaderos referentes. Desean liderazgos éticos e inclusivos, rechazando la incoherencia entre el discurso corporativo y las acciones de las empresas. Al detectarlo, no dudarán en cambiar de empleo.
Además, cuando se trata de buscar nuevas vacantes, además del salario competitivo hay otros factores determinantes, que incluso están por delante del dinero: flexibilidad horaria y espacial, equilibrio entre vida y trabajo, desarrollo profesional y personal, y propósito social.
«El trabajo híbrido ya no es una opción para ellos, es una necesidad», explica Claudia Chianese. «Quieren ser independientes, viajar, disfrutar de la vida… pero no a cualquier precio. El bienestar emocional y el crecimiento personal son innegociables».
La fidelidad al trabajo depende de nuevos factores
Las figuras tradicionales de jefes autoritarios ya no representan mayor relevancia para la generación Z. Para ellos, el control ha pasado a la historia, en favor de un liderazgo que brinde acompañamiento, inspiración y empatía, donde se dé ejemplo y haya buena escucha, así como una sana retroalimentación.
Entonces, según toda esta serie de nuevas expectativas, se critica a los jóvenes sobre su falta de compromiso laboral. No obstante, es tan solo un mito. Según explica la experta de EAE Business School, los jóvenes no renuncian por capricho, sino cuando la labor carece de sentido, no ven desarrollo o un buen clima laboral, y tienen algo a su favor: ya no temen al cambio cuando las expectativas no se cumplen.
En lugar de incentivos tradicionales, esta generación valora iniciativas que respondan a su visión del mundo y sus necesidades actuales: salud mental, diversidad, formación continua y movilidad internacional.
«Si las empresas apuestan por estos factores, no es que los retendrán de por vida, pero sí lograrán que estén motivados el tiempo que formen parte del equipo», destaca la experta.
Hacia un mercado más humano
Con el ingreso masivo de jóvenes Z al mundo laboral, el futuro del trabajo se perfila más ágil, más digital y, sobre todo, más humano. Las empresas deberán adaptar sus estrategias de talento, comunicación y liderazgo.
«Va a cambiar el concepto de atracción y retención», anticipa la experta. «Se necesitará más escucha, propósito y horizontalidad, y quienes no se transformen corren el riesgo de quedar obsoletas. Lo veo no solo como docente, también como coach ejecutiva en programas con grandes empresas».
El costo de ignorar este cambio generacional puede ser alto. Las compañías que no logren conectar con la Generación Z se arriesgan a perder competitividad, reputación y, sobre todo, talento.
«Todas las generaciones son importantes, pero no podemos diseñar el futuro del trabajo sin escuchar a quienes ya lo están habitando», concluye.