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Seis claves para un turismo más sostenible

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En un contexto donde millones de viajeros buscan experiencias auténticas y responsables, el turismo sostenible deja de ser un simple eslogan para convertirse en una necesidad.  

En el marco del Día Mundial del Turismo, que se celebra cada 27 de septiembre, Civitatis comparte seis propuestas que invitan a descubrir el mundo de forma distinta, con impacto positivo en comunidades y ecosistemas. 

Experiencias kilómetro cero: ¿Y si la mejor aventura comienza a pocos pasos del hotel? Bajo esta idea, se invita a los viajeros a sumergirse en un radio máximo de 50 km, priorizando caminatas, bicicletas y transporte público. Se trata de vivir experiencias auténticas: desde recorrer mercados locales y participar en talleres artesanales, hasta probar la gastronomía de temporada que conecta con la identidad del lugar. 

Para lograrlo, la clave está en planear con anticipación y elegir hospedajes estratégicamente ubicados. Muchas veces lo barato sale caro: un alojamiento retirado puede implicar traslados constantes que encarecen el viaje y aumentan la huella ambiental. En cambio, optar por una ubicación central no solo beneficia el presupuesto final, sino que multiplica las oportunidades de descubrir la esencia del destino sin recurrir a medios de transporte poco sostenibles. 

Pasaporte de impacto positivo: Más allá de acumular sellos en un pasaporte, la verdadera invitación es a dejar una huella positiva en cada destino. Los viajeros pueden sumar experiencias simbólicas y transformadoras: plantar un árbol, limpiar una playa o participar en actividades de turismo comunitario. Este último, además, es una de las formas más enriquecedoras de conocer un lugar, pues permite descubrir su historia, cultura y gente a través de los ojos de quienes lo habitan. De esta manera, el turista deja de ser un visitante pasajero y se convierte en un embajador de cambio, un aliado directo de los territorios que recorre. 

Viajar sin multitudes: Ir contra las multitudes también es un acto de responsabilidad. Apostar por temporadas bajas permite al viajero disfrutar de destinos con calma, aliviar la presión sobre los ecosistemas y abrir espacios de diálogo con la gente local. Se trata de recuperar el sentido de un “turismo slow”, donde la prisa no tiene cabida.

Además, viajar a contratiempo ofrece un beneficio adicional: el presupuesto rinde más. Lo que en temporada alta se invierte en un solo viaje, fuera de temporada puede alcanzar para dos. Así, el turista no solo gana en experiencias, sino que multiplica su aporte a los destinos que apuestan por el turismo como motor económico. 

Gastronomía regenerativa: Cada plato puede contar una historia de resiliencia ambiental. Al elegir experiencias culinarias que apoyen a productores agroecológicos, rescaten semillas nativas o restauren suelos, los turistas no solo degustan sabores auténticos, sino que también se convierten en inversionistas de la biodiversidad local. 

Rutas invisibles: Más allá de las postales, existen lugares con historias únicas que rara vez aparecen en los folletos. Son recorridos que revelan oficios en riesgo de desaparecer, relatos de personajes que preservan la memoria cultural o comunidades que mantienen vivas leyendas locales. 

Por supuesto, es válido visitar los sitios emblemáticos y llevarse un recuerdo fotográfico; sin embargo, la invitación es a ampliar el radar hacia esas rutas invisibles que, en muchos destinos, empiezan a tomar fuerza a nivel local aunque aún son poco conocidas por el turismo internacional e incluso nacional. Optar por estos caminos alternativos no solo abre la puerta a experiencias más auténticas, sino que también ayuda a diversificar la economía y a fortalecer la identidad de los territorios que los sostienen. 

Souvenirs con alma local: Llevar un recuerdo de cada destino es casi un ritual de viaje, pero más allá de un objeto decorativo, un souvenir artesanal puede convertirse en una pieza cargada de historia y significado. Cada producto hecho a mano es el reflejo de una tradición, de un oficio que se resiste a desaparecer y de un creador que imprime en él parte de su identidad cultural. 

Al elegir artículos elaborados localmente no sólo se apoya al comercio de la región, también se apuesta por una alternativa más sostenible frente a los productos industrializados, que suelen implicar mayores cadenas de transporte y consumo de recursos. Así, un souvenir deja de ser un simple recuerdo y se transforma en un gesto de conservación cultural y ambiental. 

“Estas recomendaciones son una invitación a transformar la forma en que viajamos y a reconocer que cada decisión importa: desde la elección del hospedaje hasta el recuerdo que llevamos en la maleta. Apostar por experiencias sostenibles no solo enriquece al viajero, también fortalece a las comunidades y protege los ecosistemas que nos reciben. El verdadero turismo responsable se basa en el impacto positivo que dejamos en cada destino que visitamos”, concluye María Carolina Padilla, country manager Civitatis. 

  

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