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“La narrativa es como una sinfonía”

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Varios escritores comentan que la “idea semilla” para una obra surge de una imagen, pero en el caso de Cristina Rebull viene de escuchar. Por su formación musical y de Artes Escénicas del Instituto Superior de Arte de La Habana, ella tiene la capacidad de oir y captar detalles, sensaciones y así va creando sus historias.

“Uno tiene que ser un gran observador de la vida. Las historias están alrededor, pero es necesario escucharlas; normalmente la gente no oye; la gente quiere hablar, quiere contar su cuento; a mí me encanta escuchar el cuento del otro, siempre me ha encantado escuchar al otro”, comenta la artista, que también tiene una larga trayectoria como guionista de televisión; es autora de diez obras teatrales, cuatro de ellas publicadas: El último bolero, Frijoles colorados, Esperando a mamá y Llévame a las islas griegas.

Cuando aún vivía en la capital cubana, protagonizó Violente, la primera ópera rock creada en su país, pero hace 22 años salió de su tierra y no ha regresado. En la actualidad vive en Estados Unidos, donde fundó y preside Art for Us, una organización cultural sin fines de lucro establecida en el estado de la Florida. Precisamente, antes de venir a la pasada Feria Internacional del Libro de Bogota (FILBo), tuvo dos conciertos.

“Tuve el evento principal “con-ciertas mujeres” que es un programa que hacemos con una chelista, una pianista, una bailarina y además con jóvenes talentos -niños entre 10 y 12 años- que vienen a tocar música clásica, música popular y tradicional. Generalmente, los eventos se hacen dos veces al año, así que estoy muy contenta porque los jóvenes tocaron maravillosamente; es un evento para el enaltecer el trabajo de la mujer en las artes”, comenta con entusiasmo la también ganadora del Festival de la OTI (Organización de Televisión Iberoamericana) como cantante en 1995, y ha grabado varios discos.

“Creo que la música vive en mí. Fue lo primero que estudié, y en los guiones y obras de teatro siempre me acompaña el ritmo, la musicalidad. En el caso de la narrativa es como un concierto, una sinfonía, una sonata y tiene diferentes movimientos; creo que el texto tiene que que ir fluyendo con musicalidad, incluso en el sonido de las palabras, como si fuera un poema, hay una melodía interna”.

En su carrera profesional, Cristina Rebull, además, mereció un Emmy por un guión para niños y ganó el Premio Norma de Literatura Infantil y Juvenil 2015, con la novela “Por culpa de una s”.

Este año, publicó su primera obra con Panamericana Editorial: La mamá y la vecina de arriba. Ilustrada por Rocío Parra.

“El proceso de escritura es fantástico en lo que se refiere a la palabra fantasía; uno está solo y se sienta a escribir y los personajes empiezan a hablar. Creo que el acto de leer y de escribir es un acto solitario. Uno sencillamente transcribe lo que está escuchando; los personajes existen independientemente de mí”.

La escritora, agrega: “A mí me gustan los superhéroes emocionales; me gusta mucho el hurgar en las sensibilidad, en las emociones de los personajes; me encanta trabajar la psiquis de los personajes y es de mi interés el conocimiento humano”.

Al hablar de “Mamá y la vecina de arriba”, obra que escribió en 2016 pero se editó hasta ahora, la autora comenta que es un libro cotidiano, de una familia un poco absurda, un poco disfuncional de alguna manera, pero con personajes que nos develan sus sentimientos y nos divierten.

Acerca de cómo la literatura puede atraer a los niños lectores, Rebull enfatiza en que lo primero que tiene que hacer el arte en general es entretener, luego enganchar y después educar. “No puede ser al revés, lo primero es entretener. La literatura tiene que ver con la familia y con la escuela. ¿Cómo llevar el libro al niño? La respuesta es a través de la familia, las escuelas y tiene que ver mucho con la ilustración; la imagen – que en este caso es de Rocío Parra- es perfecta. Estoy contenta con las ilustraciones, la edición y el diseño del libro, porque es una especie de “dulce” para ese niño. Los atrae con los colores”.

Y exalta la manera cómo los niños reciben sus obras: “Con este libro no tengo todavía esa retroalimentación porque estamos en lanzamiento, pero con otros, me ha sorprendido la lectura de los niños y las preguntas que hacen, su nivel de comprensión y es muy lindo sentir que te involucras, que logras involucrar al espectador; ese es el objetivo”.

Y en línea con las nuevas generaciones, Rebull comenta que la tiene sorprendida la cantidad de personas que asistien a las ferias del libro, y en especial la cantidad de jóvenes. “En un mundo donde a los nueve meses un niño está más expuesto a los teléfonos celulares, lograr que ellos se interesen y se entretengan con los libros es maravilloso. Estamos en un momento en que todo el mundo quiere buscar la felicidad en el exterior y leer es una manera”.

Analiza que estamos en una sociedad totalmente competitiva; “A mí no me gusta la competencia; a uno siempre lo hacen competir para hacer algo mejor que otro y hace muchos años dejé eso de lado. Hago lo que puedo hacer en cada minuto de mi vida y cuando no puedo hacer nada, me siento a tocar el piano, o a tocar el saxofón, a leer un libro; quiero pintar antes de morir, tratar, quizás me va a salir mal pero quiero hacerlo. El libro se trata no solo de la tolerancia (que es algo que manejo en los libros) sino que se trata también de permitirse la oportunidad; uno no tiene que ser el mejor, uno tiene que ser el mejor con uno mismo y en la medida que uno sea el mejor con uno, va a ser mejor con el otro”.

Y continúa: “El problema es que la competencia trae envidia y desde niños lamentablemente nos ponen a competir y eso en el fondo crea sentimientos oscuros. Es muy triste estar permeado por esa avalancha; el escenario, donde me desenvuelvo desde hace 50 años, es muy competitivo y no quería sentirlo así. Yo quiero sencillamente ser feliz. Para mí la felicidad tiene un nombre: instante”.

La autora evoca: “Recuerdo que cuando era niña leí a los clásicos, quizás no me acuerde de la anécdota o historia completa, pero sé que está dentro de mí y eso no es aprendizaje; el aprendizaje se alimenta, es como un río, que hay que dejarlo fluir, pero el agua abajo se va sedimentando y hay un camino y cambia con los años y hay que escucharlo y dejarlo ser”.

El futuro

En los planes, Cristina Rebull tiene varios proyectos. “Voy a tener la osadía de armar un libro de poesía; estoy trabajando en mi primera novela para adultos, que es un proyecto de vida porque transcurren 138 años, y estoy en proceso de investigación y eso me consume horas y, por ello, tengo la computadora llena de anotaciones. Así mismo, estoy trabajando en tres novelas para jóvenes, una que tengo que terminar y dos que estoy realizando”.

Y concluye: “Creo que voy cada vez más hacia el mundo interno; me gusta trabajar el absurdo, el manejo de las emociones y el humor y yo sé que ese es mi camino, mi naturaleza interior, mi vida, yo vivo ahí, escribo desde ahí, observo e imagino desde ahí”.

De esta manera TintaTIC conversó con la escritora, quien dice enfáticamente: “Amo el arte. Todo lo que produzca bien espiritual, bienvenido sea a mi vida”.

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