Labio de Liebre vuelve a escena como una de las obras centrales del repertorio del Teatro Petra con funciones de miércoles a sábado.
Escrita y dirigida por Fabio Rubiano, esta pieza, que celebra 10 años, marcó un antes y un después en la dramaturgia colombiana contemporánea por su manera aguda y provocadora de abordar las heridas del conflicto.
Esta nueva temporada se extenderá hasta el 28 de junio con un elenco encabezado por el propio Rubiano, acompañado por Marcela Valencia, Liliana Escobar, Biassini Segura, Juanita Cetina, Jorge Iván Rico, Derly Neira y Manuel Daza.
Labio de Liebre ha sido aclamada en festivales de América y Europa, traducida a varios idiomas y celebrada por la crítica por su capacidad de conmover al público. La historia se centra en Salvo Castello, un hombre condenado por crímenes atroces, que ahora cumple una sentencia en arresto domiciliario en un “territorio blanco”, lejano y frío, donde recibe la visita de la Familia Sosa y Roxi Romero. Ellos se acercan para entender todo lo que pasó, por qué no pueden descansar en paz; solo desean que su asesino los reconozca, los llame por sus nombres y recuerde la manera en la que terminó con sus vidas.
La escena fluctúa entre el horror y la risa, entre el absurdo y el dolor. Lo que el público encontrará no es una verdad definitiva, sino un espacio donde conviven la contradicción, la incomodidad y el deseo de comprender. Su vigencia, una década después, no se explica por el recuerdo del conflicto, sino por su continuidad. La obra no ha envejecido: ha crecido con el país y sus contradicciones.

Con el paso de los años, el montaje ha sido ajustado para responder a las preguntas que él mismo plantea. En sus primeras funciones, algunas escenas provocaban risa por el uso de la ironía. Sin embargo, Rubiano y su equipo decidieron replantear estos momentos. “No se hacen chistes sobre el dolor de las víctimas, pero sí sobre lo absurdo de ciertas situaciones de violencia. La obra se volvió más reflexiva, más atenta” comenta el director.
También, cabe destacar que en Labio de Liebre las víctimas no son figuras idealizadas. “Las víctimas también tienen odios, a veces son injustas y están llenas de pasiones, como cualquier ser humano; o más bien, como cualquier personaje”, dice Rubiano. Tampoco se celebra a los victimarios, pero se los muestra desde la complejidad. En ese equilibrio frágil, la obra ha encontrado su lugar: un espacio donde la memoria no se clausura, donde el teatro no perdona ni absuelve, pero sí nombra, incomoda y transforma.
A lo largo de estos diez años, las reacciones del público han demostrado que la obra no se queda en la ficción. En México, alguien del público interrumpió con un grito espontáneo —“¡No mames!”— ante la frase absurda de un personaje. En Perú, un excombatiente estadounidense de la guerra del Golfo se acercó al elenco visiblemente conmovido, para contar que nunca antes había podido hablar de su experiencia. Y en Colombia, exguerrilleros, exparamilitares y víctimas han coincidido en una misma sala para ver la pieza. “En estos 10 años, quienes más nos han enseñado han sido los espectadores”, reconoce Rubiano.
El montaje también ha sido importante para la historia del grupo. Fue la primera coproducción con el Teatro Colón y el montaje de mayor formato en la trayectoria de Petra hasta ese momento. Aunque Rubiano no la considera su obra más importante, sí admite que marcó un punto de consolidación: “Fue como si el público dijera: ‘Ah, sí’. Fue una validación de todo el trabajo que veníamos haciendo desde años atrás.”