Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors
Filtra por categorías
Actualidad
Adquisición
Aerolíneas
Alianzas
Alianzas
Alianzas
Alianzas
Arte
Audífonos con Tinta
Canales
Casos de éxito
Ciberseguridad
Cine
Cine y TV
Columna
Columna de opinión
Columna de opinión
Columna de opinión
Conectividad
Cultura
Danza
Economía
Economía
Económicas
Emprendimiento
Emprendimiento
Emprendimiento
Emprendimiento
Estilo de Vida
Estilo de Vida
Estilo de Vida
Estilo de Vida
Eventos
Eventos
Eventos
Eventos
Exhibición
Exposiciones
Festival
Festivales
Gamer
Gastronomía
Gastronomía
Gobierno
Gobierno
Gobierno
Gobierno
Hoteles
Infraestructura
Infraestructura
Innovación
Innovación
Innovación
Inversiones
Literatura
Lugares
Medio Ambiente
Movilidad
Música
Negocios
Planes
Planes
Planes
Productos
Pymes
Reconocimiento
Recursos Humanos
Recursos Humanos
Reseña
RR.HH.
RSE
RSE
RSE
Seguridad
Seguridad
Servicio
Servicios
Servicios
Sociales
Sociales
Sociales
Software
Sostenibilidad
Sostenibilidad
Sostenibilidad
Sostenibilidad
Sostenibilidad
Teatro
Tecnología
Telecomunicaciones
Televisión
Tendencias
Tendencias
Tendencias
Turismo
Uncategorized

Meditación urbana ayuda cuidado de la salud mental de los colaboradores

Síguenos en Google News

Conviértenos en tu fuente de información en Google News.

El mundo actual se caracteriza porque vivimos en la era de la obsolescencia y el automatismo. Obsolescencia, por la hiper velocidad y complejidad de los cambios que vivimos. Y automatismos por los hábitos personales y organizacionales que nos sirvieron algún día, pero que hoy no necesariamente son útiles.

Por: Marcelo Solari, CEO de KIBERNUM

Hay estudios que indican que los seres humanos tenemos cerca de 60 mil pensamientos diarios, de los cuales el 95% son automáticos. Es decir, la inmensa mayoría de las acciones que hacemos en este mundo digital, son consecuencia de esta “máquina” (seres humanos) que aparentemente funciona sola.

El gran riesgo de esto es caer en la “categoría zombi”, es decir, funcionar con el piloto automático, tanto en la vida diaria personal como dentro de las empresas, y no ver si vamos hacia un futuro promisorio o a un precipicio difícil de salir.

Entonces, la pregunta es, ¿qué práctica podemos cultivar para mirar estos automatismos, evaluarlos e intervenirlos a favor nuestro? O de otra manera, ¿cómo aprendemos a gestionar nuestra atención a nuestro favor, en las empresas y en la vida personal?

Mi respuesta, con base en mi experiencia, es: la meditación.

La meditación, no la que está asociada exclusivamente a retiros o a lugares únicos con experiencias exclusivas sino a la práctica de la meditación en la cotidianeidad de la urbe.

La meditación urbana es la práctica inserta en el diario vivir, la que no exige una intervención (inicial), de toda la rutina laboral o personal, sino que consiste en darse unos minutos para poner atención plena a mi cuerpo, a mi conversación, a mi manera de reaccionar, y a otros.

Hoy en día, el gran desafío que tenemos las organizaciones es saber a qué queremos prestar atención. Dependiendo de esto, es el presupuesto que destinamos a acciones determinadas. Como consecuencia de la atención que pones, es la estrategia que articulas y el estilo de liderazgo que tienes.

En definitiva, una de las maneras más poderosas de aprender en las empresas es partir observando en qué pongo la atención, e inmediatamente después, como “intención” mi atención a aquello que me permite construir un mejor futuro.

En la empresa que lidero llevamos cinco años abrazando la visión de que la práctica de la meditación predispone de una manera mucho más permanente a atender el presente. En nuestro Programa de Liderazgo Consciente estamos comprometidos a instalar esta práctica en ejecutivos líderes de la empresa, quienes, a través de la meditación durante 30 horas, complementada con conversaciones de management, buscamos vivir y gestionar la empresa de una manera distinta.

William James decía “la realidad es aquello a lo cual ponemos nuestra atención”. Tomarse en serio esta frase, nos hace más responsables de la vida que construimos, nos hace ser conscientes de que las empresas son consecuencia de lo que ponemos atención.

En definitiva, fortalecer y gestionar nuestra atención nos permite navegar en esta era de caducidad, velocidad y avalancha de contenidos. Entrenarnos en gestionar nuestra atención nos configura para diseñar con más libertad nuestro futuro en la empresa y en nuestras vidas personales. Esta apuesta es una apuesta a la libertad, y es una apuesta que vale la pena hacer, ya que contribuye en el éxito de las compañías.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más tinta y tecnología