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Danza “Yo, Egon: reflejos del alma”

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Gracias a la interpretación del bailarín Andrés Lagos, bajo la dirección de María Fernanda Garzón e inspirados en los autorretratos del artista Egon Schiele, surge esta pieza de danza contemporánea y video de la compañía Entre Tierra.

Esta es una propuesta artística que vuelve a escena tras doce años de su estreno para re-descubrir el cuerpo, en el marco del Ciclo Cuerpo territorio Sexual de la Factoría Tino Fernández, con funciones de jueves a sábado hasta el 16 de Julio. La pieza también cuenta con el diseño de Iluminación de Alexander Gümbel y de vestuario de Rafael Arévalo.

Esta pieza recrea imágenes llenas de trazos angulares y marcados, donde el cuerpo del bailarín no se encuentra en reposo, al contrario, está lleno de tensión, o se retuerce en una danza interminable, como la del perro que persigue su cola. A partir de un trabajo interpretativo cuidado y expresivo podemos percibir la presión de los huesos por debajo de la piel, las deformaciones del rostro, y hasta la electricidad del cabello. Es así como la Compañía Entre Tierra presenta una puesta en escena que explora el erotismo, la sensualidad y la auto mirada sobre la sexualidad no dirigida hacia otros, sino hacia uno mismo.

La obra surgió por la curiosidad por parte de la directora y el bailarín, hacia el artista plástico y su trabajo, su expresividad, ángulos y color. “Poco a poco con el intérprete nos fuimos adentrando en su vida a partir de lecturas, películas y, por supuesto, la revisión de su obra pictórica, sus cuadros y pinturas, sobre todo los autorretratos. A través de improvisaciones en movimiento se empieza a entretejer la vida del pintor y la del intérprete, por ejemplo, se hablaba de cosas que le gustaban o no de la personalidad del pintor, al final todo esto se ve reflejado en el movimiento, por eso es anguloso y con facciones diversas”, comenta la directora sobre el proceso de creación.

Egon Schiele, punto de inspiración de Yo, Egon: Reflejos Del Alma, fue un pintor austríaco, discípulo de Klimt y admirador de Hodler, famoso por la intensidad perturbada, los cuerpos retorcidos y la cruda sexualidad que representó en sus pinturas, muchas de las cuales son autorretratos. Creó más de 3000 obras en papel y alrededor de 300 pinturas, a menudo consideradas impactantes y ofensivas por su erotismo explícito y sin complejos. Sus líneas angulosas bien dibujadas y la combinación de colores lo identifican como temprano abanderado del expresionismo austríaco, que rechazaba las convenciones típicas sobre la belleza e introdujo la fealdad y la emoción exagerada en el arte.

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